He de disponerme a decirte cuánto te amo, aunque a la vez, indignado he de sentirme al saber que mis sombrías letras algún día serán leídas por ti, amada. Me dispongo a contarte que te he querido antes, ahora y después; que te he adorado en el letargo de mis lágrimas; que te he amado como ninguno. Me disculpo a la vez, por el infortunio que ahora escribo y que pretendo que algún día llegue a tus ojos porque realmente no sabría cómo mostrarte amada, cuán tranquilo haces de mí.