Amante de las notas autobiográficas, sed en vuestra presencia un ser más, cuyas fauces mentales/idealistas se consagran en una libélula metafórica, que atina a ser para mí, el ego, una sensación sutil, que se representa en la forma de una idea, una leve y pequeña idea transformada en prosa, porque dejé de medir y las sensaciones son las que hablan, meninas torpes y en mí especial caso, en mi especial abismo de introversión; seres contradictorios que sólo existen para decirme que mida los poemas y que me detenga a pensar en la estética, a quien yo clasifico como Ira y sólo ira, la estética de la ira es una plasticidad (léase como adjetivo artístico) cuya ironía se basa en la calma y en la tranquilidad, es en eso que en mi especial abismo de introversión la ira se forma, como un insecto que se hace capullo y se nutre y se va formando poco a poco, como las nubes de las cinco que me recuerdan a un ojo egipcio de por mi casa, una especial anécdota de un Ken mal compre