—He estado pensando y reflexionando, hemos hablado en ocasiones acerca de unos temas interesantes, estaba recordando justo ahora cuando te decía que quería poder llegar a una individualidad más compleja, sin apegos ni lazos, no lo sé, me siento un tanto triste, no tengo muchas ganas de discutir hoy, creo que tantas ideas me hacen sentir confundido, pienso que el ser humano fue hecho para pensar, como te dije, una vida no vale la pena si no es para la reflexión, me gusta pensar y me gusta imaginar ideas que le den forma a mi vida, cómo has estado?
—Teníamos tiempo sin hablar, ¿no es así? Quería llamar tu atención estos días, pero preferí no hacerlo, me di cuenta de que naturalmente estás mejor solo, no me refiero a que seas solitario, sino que mi compañía es grata cuando estás reflexivo, como podrás ver, soy buen observador, he estado bien, tranquilo. Me decías que te sentías triste, ¿Que ocurrió? Entiendo que no quieras discutir como lo hemos venido haciendo, tranquilo, del diálogo siempre se llega a algo.
—He estado teniendo un pensamiento recurrente últimamente, no se si debería preocuparme un poco, es una especie de conclusión, algunas cosas me afligen, ya sabes que a veces tiendo a la tristeza, me hace feliz poder superarla, pero antes de llegar a ese punto sufro un poco, no es la gran cosa, pero cada quien tiene sus propios obstáculos.
—Entiendo, es cierto que cada quien tiene sus propios obstáculos y me parece sabio señalar que cada quien también los resuelve muy diferente, no me atrevería a decirte qué hacer, no sé cómo piensas, pero puedo aconsejarte, considérame como una voz opuesta que está dentro de ti.
—Sí, agradezco tu atención.
—¿En qué estabas pensando? Dijiste que tenías un pensamiento recurrente.
—Es cierto, creo que no necesito esperar de los demás.
—Es interesante, ¿a qué se debe?
—Me he dado cuenta de algunas cosas desde la última vez que hablamos, he estado interiorizado algunos conceptos e ideas, la idea del organismo, del dolor, algo que me ha llamado la atención y que me aflige un poco es lo que te dije, no necesito esperar de los demás, cuando lo necesito tengo que ser yo quien esté ahí.
—Noté que titubeaste un poco, veo que estás sintiendo muchas cosas, puedes ser sincero.
—Algunas veces me he sentido solo, no en el mejor sentido, he sido mi propio abrigo, mi propio abrazo y mi propio cariño, entre las lágrimas brotando he sido yo quien las ha secado y quien ha acariciado mi cabello, simulando ser mi mano la de alguien más, me he abrazado mis hombros imaginando que es alguien quien me abraza. No había sentido esa necesidad antes, me hizo pensar. Ahora me gusta menos pedir, es difícil hacerlo cuando ya he pasado por eso, no lo digo como un trauma, para nada, solamente he encontrado un poco de abrigo, un poco.
—Si entiendo, pienso que somos muy diferentes y que no puedo yo sobrepasar mis límites sobre ti, de eso hablamos, aún conservamos individualidad, afortunadamente o desgraciadamente, los sentimientos influyen mucho en nosotros, la autocontemplación es interesante, el silencio calma algunos dolores, la tranquilidad y el reflejo.
—Teníamos tiempo sin hablar, ¿no es así? Quería llamar tu atención estos días, pero preferí no hacerlo, me di cuenta de que naturalmente estás mejor solo, no me refiero a que seas solitario, sino que mi compañía es grata cuando estás reflexivo, como podrás ver, soy buen observador, he estado bien, tranquilo. Me decías que te sentías triste, ¿Que ocurrió? Entiendo que no quieras discutir como lo hemos venido haciendo, tranquilo, del diálogo siempre se llega a algo.
—He estado teniendo un pensamiento recurrente últimamente, no se si debería preocuparme un poco, es una especie de conclusión, algunas cosas me afligen, ya sabes que a veces tiendo a la tristeza, me hace feliz poder superarla, pero antes de llegar a ese punto sufro un poco, no es la gran cosa, pero cada quien tiene sus propios obstáculos.
—Entiendo, es cierto que cada quien tiene sus propios obstáculos y me parece sabio señalar que cada quien también los resuelve muy diferente, no me atrevería a decirte qué hacer, no sé cómo piensas, pero puedo aconsejarte, considérame como una voz opuesta que está dentro de ti.
—Sí, agradezco tu atención.
—¿En qué estabas pensando? Dijiste que tenías un pensamiento recurrente.
—Es cierto, creo que no necesito esperar de los demás.
—Es interesante, ¿a qué se debe?
—Me he dado cuenta de algunas cosas desde la última vez que hablamos, he estado interiorizado algunos conceptos e ideas, la idea del organismo, del dolor, algo que me ha llamado la atención y que me aflige un poco es lo que te dije, no necesito esperar de los demás, cuando lo necesito tengo que ser yo quien esté ahí.
—Noté que titubeaste un poco, veo que estás sintiendo muchas cosas, puedes ser sincero.
—Algunas veces me he sentido solo, no en el mejor sentido, he sido mi propio abrigo, mi propio abrazo y mi propio cariño, entre las lágrimas brotando he sido yo quien las ha secado y quien ha acariciado mi cabello, simulando ser mi mano la de alguien más, me he abrazado mis hombros imaginando que es alguien quien me abraza. No había sentido esa necesidad antes, me hizo pensar. Ahora me gusta menos pedir, es difícil hacerlo cuando ya he pasado por eso, no lo digo como un trauma, para nada, solamente he encontrado un poco de abrigo, un poco.
—Si entiendo, pienso que somos muy diferentes y que no puedo yo sobrepasar mis límites sobre ti, de eso hablamos, aún conservamos individualidad, afortunadamente o desgraciadamente, los sentimientos influyen mucho en nosotros, la autocontemplación es interesante, el silencio calma algunos dolores, la tranquilidad y el reflejo.
Comentarios
Publicar un comentario