Particularmente
para los magnificentes individuos que he de llamar amigos.
Yo, personalización de la soledad, indigno del
amor de tan maravillosas personas, me siento risueño <cómo nunca antes>
de ser poseedor de esta única ambrosía que ha de alimentar mi corazón. Sin
palabras y emocionado estoy gracias al amor que les guardo. Mi necesitada alma se colma de alegría cada día, me veo imposibilitado
eternamente de contarles cuan alegre es mi interior gracias a sus hermosas
existencias.
Ustedes, maravillosas personas, dueñas de mis
más grandes y puros sentimientos, tienen por siempre mi afecto, quiero verlas
crecer y confío en que ustedes serán lo más admirable que ha de existir.
También soy fiel amante de sus asombrosas
cualidades, tan sólo con una mirada puedo sentir cuan asombrosos son sus
corazones, queridos confidentes; tan asombrosos son sus corazones que con una
pizca de tiempo junto a ustedes ya puedo sentirme como un cortesano protegido
por las murallas más fuertes y gruesas de todos los reinos; tan asombrosos que
me suministran calidez; tan asombrosos que animan mi alma; tan asombrosos que
me empujan hacía la superación.
No me cansaré de exclamar que soy amado por
personas tan increíblemente sublimes como ustedes, no me cansaré.
Siempre
de ustedes, Andrés.
La danza de la vida, Edvard Munch, 1899-1900 |
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