Tus cabellos rojos, tus colores
rojos que me atrapan, en la blancura
de leche de tu mar de piel, inmenso
y divinidad hecha mujer, mía y musa
artística de mis profundos desiertos
que se encienden en movimiento,
ya por tu color, por tu miel que chorrea,
por buscar(te) en el origen del mundo,
mi diosa violenta que emana intensidad
y color vivo, color de vivir, sólo busco
el origen, la mística presencia invisible/
tangible, de ti, mi amada, que me impulsas
y me atrapas, en tu tesoro, aquél secreto
chorreante que existe para ser el centro
de la tierra, dónde ves el mar y poderosa
lo haces tuyo y lo conviertes en una
llameante expresión corpórea, tan tuya
como mi cuerpo y mis sensaciones
todas fundidas entre tus brillantes cabellos
rojos como la sangre y bellos como el
fruto dulce de nuestra expresión, ansiosa
y tranquila, terriblemente hermosa y
sólo nuestra, como nuestra complicidad
calurosa como el sol de la tarde, vuelvo
a desear esas tardes de calor, ambos
sofocados, buscándonos cuerpos y
físicas y allá nuestros corazones juntos
como uno, al momento del temblor,
ese que nos derrumbó/creó, que nos deja
temblando inquietos, hambrientos
y sedientos, curiosos cómplices, o bien
que te amo, mi musa, y despiertan mis
versos entre tus piernas, acarameladas,
dulces e inmensas prisiones de mi rostro,
menos que rojo por la ocasión, mi amor,
roja flor de mi vida, mi abeja reina,
te amo.
rojos que me atrapan, en la blancura
de leche de tu mar de piel, inmenso
y divinidad hecha mujer, mía y musa
artística de mis profundos desiertos
que se encienden en movimiento,
ya por tu color, por tu miel que chorrea,
por buscar(te) en el origen del mundo,
mi diosa violenta que emana intensidad
y color vivo, color de vivir, sólo busco
el origen, la mística presencia invisible/
tangible, de ti, mi amada, que me impulsas
y me atrapas, en tu tesoro, aquél secreto
chorreante que existe para ser el centro
de la tierra, dónde ves el mar y poderosa
lo haces tuyo y lo conviertes en una
llameante expresión corpórea, tan tuya
como mi cuerpo y mis sensaciones
todas fundidas entre tus brillantes cabellos
rojos como la sangre y bellos como el
fruto dulce de nuestra expresión, ansiosa
y tranquila, terriblemente hermosa y
sólo nuestra, como nuestra complicidad
calurosa como el sol de la tarde, vuelvo
a desear esas tardes de calor, ambos
sofocados, buscándonos cuerpos y
físicas y allá nuestros corazones juntos
como uno, al momento del temblor,
ese que nos derrumbó/creó, que nos deja
temblando inquietos, hambrientos
y sedientos, curiosos cómplices, o bien
que te amo, mi musa, y despiertan mis
versos entre tus piernas, acarameladas,
dulces e inmensas prisiones de mi rostro,
menos que rojo por la ocasión, mi amor,
roja flor de mi vida, mi abeja reina,
te amo.
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