Desplomé en un hoyo perpetuo lleno de una afanada agonía. Inmerso en angustia ya dejé de percibirme. Sólo me queda tratar lo intratable con mi supuesto alter ego. Los astros son tantos que mi mente me duele tan sólo de imaginar ese número. Esto me lleva a atacar a mi agonizante existencia, ni siquiera debería llamarla así, ¿por qué tendría que llamarla así?, seguramente esa existencia morirá luego de que la última persona que me recuerde se olvide de mí, así qué, opinó yo que existiré unos doscientos sesenta y nueve años aunque también opinó yo, que existiré unos ciento veinte años. Que inquietud siento de pensar en esto, mi vida se prolongará de la misma forma en que lo hace un vaso con agua, naceré cuando el vaso sea llenado, viviré cuando el vaso sea tomado, moriré cuando el vaso ya no tenga agua. Mi vida es tan importante como cualquier vaso con agua, mi pobre corazón será golpeado eternamente, por mí, por todos. Ahora que pensé esto, no sé cómo podré ser el Observador, de qué me servirá esto si ni siquiera podré observarme –ni observar- en todo momento, ¿Acaso he creado una antípoda? ¿Acaso he hecho dos percepciones absolutamente desiguales? ¿Acaso estoy anhelando deseos contradictorios? ¿Seré yo, mi propia salvación? ¿Seré yo, mi propia perdición? ¿Cómo pude yo haber hecho todo esto al mismo tiempo sin darme cuenta? Nunca había pensado esto. Nunca había visto cómo soy manipulado por mí mismo. Nunca había tenido acceso a mis dos partes. Será necesario tratar lo intratable.
Con amor. Andrés.
Con amor. Andrés.
Comentarios
Publicar un comentario