Me gustaría vivir
internado en mi cerebro, especialmente donde se producen los sueños.
Me gustaría convivir con aquellos entes oníricos que sólo se conciben por
casualidad.
Si los sueños son el
reflejo del día
por qué difieren tanto de los míos.
Realidad, no hay
realidad,
no existe, no es clara.
Siempre es un ayer,
es un mañana.
no encuentro el mar calmo,
todo me recuerda
aquella leve tormenta de hace unos años;
trayecto de Coche-Margarita.
El aroma a humedad
salada era lo único respirable,
la lluvia era la claridad,
el grandísimo cuerpo
marino temblaba
cual alma nerviosa.
Las olas eran látigo
de cólera,
el viento su director.
La pequeña barca era
solamente
una mancha en la inmensidad,
el pequeño corazón
una dudosa cifra.
Y mis infantes ojos
un espejismo en la tormenta.
Mar tempestuoso, Ramón Marti Alsina. 1884. |
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