La brisa acariciándonos mi amor, recuerdas
el sonido de los árboles, del viento del casi
anochecer que nos llamaba a abrazarnos
más fuerte que nunca, o a aquel matrimonio
de chismosos que nos hacía reír tanto y también
querernos tanto, encontrando razones para
no querer irnos en cada simple cosa que veíamos,
así me encontré con tu preciosa risa que me
atrapó el corazón, haciéndolo latir al compás
de tu risa, siendo tuyo desde el día en que nuestras
respiraciones se encontraron por primera vez,
un viernes que afloró algo que ya existía y que
existiendo ya en ambos, nos unió instantáneamente,
sin darnos cuenta, desde ese día no pudimos dejar
de pensar en el otro, aunque ya lo hacíamos desde
antes, ¿verdad?
Desde ese día no pude dejar de pensar en la intensidad
que sentí en mi pecho, fue una gran pregunta en su
momento, porque ya te veía y se me abría el pecho,
pero ya lo sé, mi amor, me enamoré de tu respiración,
del brillo de tus ojos y de muchísimas otras cosas, entre
esas la tranquilidad y la seguridad que encontré contigo,
en nosotros como uno, cosa que ambos siempre buscamos,
que buscamos sin pensarla encontrar, tú conmigo y yo contigo,
días pase viéndote y respirando hondo porque cada vez
que te veía tocándote el cabello me iba muriendo por dentro
y por momentos me hacía tan torpe ensimismándome en
monólogos acerca de mi constante sensación, en la de ser
tuyo, en la de encontrar todo con alguien realmente
fascinante, en la de encontrarlo todo contigo, amor.
Son cuatro meses, sintiendo que se me abre el pecho cada
vez que te veo a los ojos, aunque también sintiéndome
tan grandiosamente apreciado y hecho calma, con tus
caricias y tus abrazos. Sintiéndome enormemente vivo,
cada vez que nuestras respiraciones son una, que nos
hacemos intensidad, color rojo carmesí, mucho más intenso,
lo encontré todo contigo, ya no dejo de pensar en tus labios
de miel, en tu piel pastel, en tus sutiles líneas que me hacen
suspirar, en tu profunda ambrosía, aquella que hace tiempo,
en realidad bastante si lo detallamos un poco, llamábamos
amiga, con sufijo de cariño. Estoy convencido de que quiero
ver siempre tu precioso rostro coloreado en un hermoso
rosa, tan cerca de mi rostro como nuestros corazones latiendo,
no dejaré de amar cada detalle tuyo, físico; como tu singular
cabello, que me fascina cada día, tu piel hermosa, tus ojos brillantes,
tu nariz perfecta. Pero aún más, quiero seguir conociendo y
amando cada detalle de tu ser, estoy seguro de que cada
día mi fascinación crecerá, porque tú eres la mujer más
inmensamente hermosa en detalles que hacen que te ame
más y más, como tu cariño por las historias de terror, tu
gusto por las manualidades, el clique, tu forma tan personal y auténtica
de observar las cosas que te rodean, tu forma de existir, soy feliz
pudiendo conocerte cada día más, estoy feliz de que seas tú
quien me acompañe y lo que es mejor aún, que tú misma quieras
seguir estando tan cerca de mí como yo de ti, es algo tan
realmente increíble que estoy asombrado por como fluye
lo que sentimos, estás siempre llenando mi corazón con tu
inmenso cariño y amor. Los recuerdos de un anciano amigo mío
siempre se me vienen a la mente en estos momentos,
déjame contarte lo que había cantado:
“fue aquel otoño, atardecer
la brisa suave, acariciando tu piel
el sol se esconde, deprisa otra vez…
Cierra tus ojos, y piérdete en mi ser”.
Y sí, cariño, fue aquella tarde cuando crecí, porque contigo
estoy creciendo, estoy aprendiendo y mira que veo con
tanto amor el crecimiento y a tu lado, lo amo más, estoy
contigo, estás conmigo;
“para qué correr si no hay apuro?
si lo más difícil de encontrar,
lo encontré contigo
y nadie más”.
Gracias por todas las cosas hermosas que hemos vivido,
sé que todavía nos queda muchísimo por vivir, juntos
como dos seres curiosos y llenos de amor, te amo con
todas mis fuerzas, siempre, amada mía.
Comentarios
Publicar un comentario