La realidad pierde valor <y sentido> cuando logro palpar tu presencia, simple y conmovedora, inhalas ansias de volar, exhalas distintas formas de amar. Me apegué cuando comencé a necesitarte, dejé de poder explicar lo que significas hace ya tiempo, a veces sólo me pierdo en ti espontáneamente, mientras que otras regreso a ti de la misma forma, ya no puedo dejarte, te entrelazaste en mi alma. No dudare en atesorar cada instante en el que pueda apreciarte.
Luego de interminables monólogos, de constantes luchas de ego, aquél narcisista hombre se calló, no lo pude escuchar. Aquellos debates entre dos ideales se callaron, quedé solo en lo que se sintió como una eternidad… Escuchar la guerra hacía que estuviera seguro, existía el equilibrio y el balance. Sin embargo, aún conservo ciertas pequeñas cosas de él. Ha pasado tiempo desde la última nota autobiográfica, y es por ello que hoy escribo, una carta para el ego, mi ego… o mi corazón. El pleno silencio es bueno, aunque he descubierto brechas de seguridad en la templanza programada. Perdón por tratarme a mí mismo como una roca, sin perturbación ni sentimientos; fue bueno al principio, pero hoy se hace presente el agotamiento y no pido que me entiendas, sólo que me escuches. La Roca, durmiendo sobre un volcán. Un día existió una roca muy particular, esa roca había desarrollado razón y, sin embargo, no entendía lo que estaba sucediendo a su alrededor, se hacía preguntas y no hallaba respuesta...

Comentarios
Publicar un comentario