Inconscientemente reflexioné, tengo un día aislado del sueño, esto me ayudo a comprenderme más a mi mismo y a mi entorno, me doy cuenta de todas las cosas que he venido desperdiciando, estoy más despierto que nunca, me fijé en lo que hay dentro de mis <derruidas> paredes, estoy atrapado dentro de mi, corrijo, estaba atrapado dentro de mi, las preocupaciones solamente huyeron, huyeron cómo mi deseo de triunfar ante un público, ahora sólo quiero concentrarme en lo que tengo dentro al menos por una corta etapa, tengo que trabajarme, equilibrarme. Después de este ciclo, tendré la suficiente confianza para triunfar, no sólo de eso, también tengo cosas por hacer, tengo que crecer. Ahora sólo sé que tengo en mis manos todas las oportunidades que quiero, tengo que buscarlas. El bullicio no está, estoy tranquilo y frío, no tengo en mente desperdiciar más tiempo, soy mi propio guía, soy mi maestro, sólo tengo que abrir los ojos, despertar mi esencia.
Luego de interminables monólogos, de constantes luchas de ego, aquél narcisista hombre se calló, no lo pude escuchar. Aquellos debates entre dos ideales se callaron, quedé solo en lo que se sintió como una eternidad… Escuchar la guerra hacía que estuviera seguro, existía el equilibrio y el balance. Sin embargo, aún conservo ciertas pequeñas cosas de él. Ha pasado tiempo desde la última nota autobiográfica, y es por ello que hoy escribo, una carta para el ego, mi ego… o mi corazón. El pleno silencio es bueno, aunque he descubierto brechas de seguridad en la templanza programada. Perdón por tratarme a mí mismo como una roca, sin perturbación ni sentimientos; fue bueno al principio, pero hoy se hace presente el agotamiento y no pido que me entiendas, sólo que me escuches. La Roca, durmiendo sobre un volcán. Un día existió una roca muy particular, esa roca había desarrollado razón y, sin embargo, no entendía lo que estaba sucediendo a su alrededor, se hacía preguntas y no hallaba respuesta...

Comentarios
Publicar un comentario